martes, 16 de abril de 2013

Dios en mi jardín



 “… y después de cuarenta días y cuarenta noches de diluvio, la lluvia se detuvo.  Entonces en lo alto de la montaña apareció la señal: un hermoso arcoíris. 

Dios había hablado. Se comprometió a nunca más destruir a la humanidad con un diluvio. Siempre que volviera aparecer el arcoíris, sus hijos recordarían por siempre ese compromiso… “.

En eso pienso mientras riego el jardín y trato de recordar las leyes física que explican ese fenómeno. 


Me basta presionar la punta de la manguera y lograr el ángulo exacto de luz para que aparezca un pequeño arcoíris. Dios está en mi jardín cada vez que salgo a regar el pasto.