“La Lunita se cree grande,
pero cuando sale a la calle siempre la están mirando. Los viernes en la tarde
salimos las dos al patio. La Lunita corre sin parar y salta muy alto. A veces
se esconde entre el pasto y me cuesta encontrarla. Aunque no me puede hablar,
yo le entiendo todo. Incluso me doy cuenta cuando se enoja porque la quieren
entrar. Los sábados le compró un “rico” y se lo echo en su platito. La miro
mientras come. Sé que es feliz, pero es más feliz cuando yo la vengo a ver. Mis
papás dicen que es solo una gatita. Yo sé que no. La Lunita es mi hermanita
chica”.
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