Las luces se encienden y salgo al escenario. Dos mil volteretas, equilibrios mortales, ritmo frenético y para cerrar los palitroques danzando en llamas entre mis manos. El público estupefacto, no pueden siquiera aplaudir. Después el semáforo cambia a verde y los autos siguen su camino. Sólo $200 en esta pasada, la próxima salida al escenario será más gloriosa. Estoy seguro.
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