sábado, 3 de marzo de 2012
Lo que quiero
La Paula llora y oculta su rostro con las manos. En el patio D de la universidad muchos se dan cuenta y me escupen con la mirada. 'Paula paremos esto ahora, siempre lo echo a perder todo y ya no hay vuelta. En serio, lo mejor que puedes hacer es tomar tus cosas y irte de vuelta a Temuco', le digo. Ella me mira con pena y se va. Después camine por Osorno hacia mi casa con amargura, con un dolor en el pecho que no me dejaba respirar bien. Me sentía terrible. Nunca sé lo que quiero, más bien sé lo que no quiero. Cuando regresé a mi casa encontré a la Paula sentada en la escalera, cerca de la puerta. Ese fue el instante en que supe que jamás la dejaría ir.
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