martes, 6 de marzo de 2012
En el escenario
Las luces se encienden y salgo al escenario. Dos mil volteretas, equilibrios mortales, ritmo frenético y para cerrar los palitroques danzando en llamas entre mis manos. El público estupefacto, no pueden siquiera aplaudir. Después el semáforo cambia a verde y los autos siguen su camino. Sólo $200 en esta pasada, la próxima salida al escenario será más gloriosa. Estoy seguro.
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domingo, 4 de marzo de 2012
Cinco minutos
Esa sensación de que me hiciste el hombre más feliz de la tierra y también me hundiste en el infierno como a nadie... eso siento cuando te vuelvo a ver en ese restaurante cerca del terminal de buses. Te miro mientras comes tu arroz con bistec y bebes tu jugo de durazno. Demasiado para tu estómago pequeñito, pienso. Matías al frente feliz con su bistec con papas fritas. Estás apagada. Estás sin vida. Tu pelo es opaco. Estás muy lejos de la mujer que amé. Apenas me hablas vuelvo a recordar quien eres y porqué estoy en este restaurante. Solo para verte, aunque sea un momento, aunque sean cinco minutos, buscando algo de esa felicidad que me diste. Sé que no te das cuenta lo que significaste para mí. Si no hubiésemos compartido la vida esos dos años, hoy no tendría a que aferrarme para seguir viviendo.
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sábado, 3 de marzo de 2012
Lo que quiero
La Paula llora y oculta su rostro con las manos. En el patio D de la universidad muchos se dan cuenta y me escupen con la mirada. 'Paula paremos esto ahora, siempre lo echo a perder todo y ya no hay vuelta. En serio, lo mejor que puedes hacer es tomar tus cosas y irte de vuelta a Temuco', le digo. Ella me mira con pena y se va. Después camine por Osorno hacia mi casa con amargura, con un dolor en el pecho que no me dejaba respirar bien. Me sentía terrible. Nunca sé lo que quiero, más bien sé lo que no quiero. Cuando regresé a mi casa encontré a la Paula sentada en la escalera, cerca de la puerta. Ese fue el instante en que supe que jamás la dejaría ir.
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