martes, 18 de marzo de 2014

Solo entre tanta gente - 5






- A sí que tú eres el hijo…
- Si pues, yo soy…
- Ufff… no sé qué decir… todo eso pasó hace tanto tiempo
- Mire, no se preocupe, mi única intención es hablar con usted, conversar y preguntarle algunas cosas… nada más.
- Siempre que viajaba al sur y pasaba por ahí me preguntaba por el hijo que tenía por ahí, dónde estará, dónde vivirá…
- No sé si tiene tiempo ahora para conversar…
- Uuuuyyy, ahora estoy con clases. Tengo que volver pronto. Cómo lo podemos hacer. Mira, nos podemos juntar en la noche… no sé hasta cuando te quedas…
- Si, podríamos juntarnos en la noche, no hay problema…
- Mira, juntémonos a las ocho en la plaza de Los Ángeles…
- A las ocho en la plaza?, ok, ningún problema. Yo lo espero a las ocho en la plaza entonces
- Nos vemos más rato entonces

- Nos vemos.

martes, 11 de marzo de 2014

Documental Ojos Rojos - Héroes Posibles




“Aficionarse al fútbol es conservar algo de esa infancia posible, tiene que ver con esto: el momento en que los héroes son posibles, un momento de infancia en donde la realidad es ilusoria y lo único que importa es el juego. Es decir, sustituye el patrón normal de la vida, que justifica realmente porqué estos jugadores son los nuestros, los once de la tribu”.

Juan Villoro – Documental Ojos Rojos 


martes, 4 de marzo de 2014

Solo entre tanta gente - 4

 “Diez de la mañana en Los Ángeles. Viajo en colectivo rumbo al centro. No sé bien dónde empezar a buscar. Creo que la Plaza de Armas es un buen comienzo. Frente a la plaza está el edificio de la Seremi de Educación. Ingreso. En informaciones me atiende un funcionario de pelo cano. Muy amable me cuenta que la persona que yo busco trabaja a solo unas cuadras del centro. Me puedo ir caminando si quiero. Anotó la dirección y camino. No me cuesta nada ubicar el colegio. Observo el frontis. Me amargo de a poco. Parezco un delincuente y solo soy un hombre buscando a su padre después de 33 años.

Doy dos vueltas por alrededor del colegio y luego me voy a una plaza cercana. Me siento en una banca y me pregunto un montón de cosas. Sigo sin entender cómo alguien puede vivir tranquilamente sabiendo que tiene un hijo al que nunca ha conocido o buscado. No entiendo cómo puede dejar pasar los años sin saber en qué condiciones vive ese hijo.

Cerca de la una de la tarde decido volver al colegio y sentarme junto a la puerta, como un apoderado más que espera a algún alumno. Me tiemblan las piernas. Espero que aparezca ese hombre que conocí a través de una fotografía y así poder abordarlo. Tengo una inmensa amargura. No merezco pasar por esto. Nadie lo merece. El reloj avanza. Salen alumnos, apoderados y algunos profesores.

Cuando ya perdía las esperanzas, aparece el hombre de la fotografía. Sale rápido. Viste de pantalón de tela, camisa clara y un chaquetón azul. Se me aprieta la garganta. Me paralizo. Reacciono en segundos. Sé que puede ser mi única oportunidad de hablarle. Me preocupa su reacción, que no me deje hablarle y sigan en mi cabeza las mismas interrogantes que me han acompañado por años.


Lo sigo por varias cuadras. Lo veo entrar a un pequeño negocio. Se demora un par de minutos y sale. Pasa junto a mí. Camina rápido. Llega hasta un servicentro. Lo espero. Lo observo de lejos. Sale nuevamente a la calle. Es la oportunidad. Camino rápido. Lo alcanzo. Camino junto a él. No sé qué decir. Le pregunto por su nombre. No responde. Le digo quien soy y de dónde vengo.  Le doy el nombre de mi madre. Le digo que soy su hijo y que quiero conversar con él. Sólo ahí se detiene y me mira a los ojos".